Una tarde de viernes virtual, distendida y con amigos es bien sabrosa, sí? El último viernes mientras conversábamos animadamente, Gilberto, uno de mis grandes amigos se conectó y casi sin mirarnos dijo “hola a todos, perdón por llegar tarde. Les aviso que en 20 minutos me tengo que retirar para conectarme a otra reunión”. Esta disrupción en la intimidad de nuestra conversación nos dejó bien claro que la transformación digital no solo está transformando la forma de hacer negocios y de interactuar con clientes y colaboradores, sino que ciertamente ha modificado algunos comportamientos sociales.
Hasta el inicio del 2020 las organizaciones y personas manejaban con mayor o menor maestría el ritmo de los negocios. Luego, la partitura dejó de ser legible, las notas comenzaron a ser disonantes, la cadencia mutó, hasta la forma de llegar al público cambió. Los músicos redefinieron, acomodaron y hasta improvisaron nuevas partituras; algunos con más competencia que otros. La música parece comenzar a sonar mejor, aunque quienes deben bailar a su ritmo tropiezan, se pisan y se sienten desconectados. Nos movemos a un ritmo poco conocido, incierto y novedoso que impacta nuestras emociones, comportamientos y relaciones. La transformación es cultural. La transformación impacta desde nuestras relaciones más cercanas. Gilberto es hoy diferente en su manera de estar con nosotros.
- ¿Qué calidad de escucha tienen las organizaciones ante esta transformación de comportamientos, rituales, ritmos y cadencias?
- ¿Cuán conscientes son del impacto emocional que genera esta transformación?
- ¿Qué nuevas competencias de liderazgo se requieren para lograr equipos en sintonía?
- ¿Cómo ensamblar relaciones de confianza y emociones que impulsen los resultados del negocio?
El cambio en la cultura organizacional puede ser consecuencia del proceso digital o también puede ser un proceso estratégico e intencional. Quienes “están en el baile” llámense gerentes, jefes, compañeros de trabajo o clientes, requieren herramientas y espacios para que se inspiren, practiquen, disfruten y vibren con el nuevo ritmo. Componer cultura a consciencia implica enfocarse en la excelencia emocional que crea experiencias memorables y significativas a colaboradores y clientes.
Te acompañamos en el proceso de transformación de tu ser organizacional integral y consciente, para que el swing resultante sea único, excepcional e impactante y suba el volumen a la experiencia humana, la que necesita volver a ser pieza clave frente a los resultados.